Tuve en rostro al desierto
calor que iba
secando sueños y heridas.
En surcos de dolor
tu sol penetró insolente
mis brazos hasta el cielo crecieron
y pude al fin... pedir... y pedir.
Primero sin raíces y en sombras
árbol fui
tiempo después río y ribera
montaña y valle
y dejé atrás
selva cerrada, isla escondida.
Fui y fui cambiando hasta ser
del paisaje por ti habitado
recorrido de amaneceres sonrientes
sembrado de gestos y besos
piedras brillantes y amor.
Tus caricias
lograron ser brisa y recorrerme
inocuos temblores de mis enojos
en el ayer se enterraron
y por primera vez hubo
en el abismo de mis ojos, reflejado
alma de sol.
Implacable, creciendo, seré
si me habitas
con el mejor de tus mundos.
ChicoMalo
19-01-2009
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